Para mí los coches estilo Shakotan forman tanta parte de la cultura automovilística japonesa como el drift, pero estoy seguro que un montón de gente ahí fuera, incluso los aficionados, puede rasgarse las vestiduras cuando coches clásicos en perfecto estado son convertidos en una mezcla de pseudocoches de carreras con toques de manga. Estas creaciones, sinónimo de la cultura yanqui, puede ser más o menos definido como las raíces del movimiento tuning en Japón. Seguro que la gente jugueteó un poco con sus coches antes de la década de los setenta, pero los movimientos de Kaido Racer, Zokusha y Shakotan son, para muchos, el verdadero nacimiento de la personalización del coche.
Se está haciendo cada vez tan difícil toparse con este tipo de coches en la calle, a menos que coincida en una reunión en un área de descanso de carretera, puntos de encuentro siempre populares. Así que cuando tuve la suerte de pasar algún tiempo con la colección Shakotan personal de Kato-san (Liberty Walk) hace unos meses cuando hablé del Laurel C-130, hubo un segundo coche que me llamó la atención. Sentado en el centro del oscuro garaje entre las motos Bosozoku y otras monturas locas, fue un hallazgo muy especial…