Ha pasado poco más de un mes desde que estuve en Gatebil Rudskogen, pero ya mi recuerdo de escandinavia se parece mucho a un sueño. Es un lugar indescriptible con palabras, una lleno de coches que parecen más quimeras que realidad. No me puedo imaginar ningún otro lugar en la tierra donde mezclas absurdas como un R34 con motor NASCAR pudieran existir, por lo que es lógico que sea el lugar del nacimiento del último híbrido de competición.